Las denominaciones de los barrios de Cáceres

En Cáceres, como en otras ciudades, los nuevos barrios se van sumando al tejido urbano, a medida que nacen, con nombres de diversa procedencia ya que la población suele tomarlos sin reglas fijas, aunque, eso sí, cuando menos curiosísimas.

En los primeros tiempos de la entonces villa, siglos XII, XIII y XIV sólo existían dos denominaciones, precisamente Villa Adentro y Villa Afuera. Naturalmente el Villa Adentro era todo lo que contenía el perímetro de la muralla que a su vez se distribuía en Arriba y Abajo, Santa María y San Mateo y la Quebrada o Aljama Judía.

A partir del reinado de Fernando IV empiezan a surgir, no los barrios con el concepto actual, pero sí los centros gremiales que denominarán los sectores de la población con los nombres de sus propias profesiones: Caleros, Picadero, Tenerías, Ribera de Curtidores, Ribera de los Hortelanos, Hornos, Gallegos, Zapatería, plaza del Potro de Santa Clara, Canterías, etcétera…

En otros casos eran los nombres de instituciones, religiosas todas, las que bautizaban los barrios: San Blas, Afueras de San Antón de los Escambrones, San Juan de los Ovejeros, Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, Santo Domingo el Soriano, Ejido de los Mártires, Afueras de San Francisco el Real, Las Candelas, San Marcos, San Marquino, San Roque, Santa Lucía, Santa Bárbara, Fátima, San Felipe, Lazareto de San Lorenzo… En muchas ocasiones si el barrio era nuevo, pues Barrionuevo, si en sus cercanías estaba la Real Audiencia, pues La Audiencia, si en la zona se aseaban los moros, calle Moros y si había judíos, Judería Nueva. La topografía también influía pues son muchas las denominaciones geográficas: barrio de la Quebrada, Paseo Alto, subida a la Montaña, Maltravieso, cuesta de la Reina, Peña Redonda, Peña Aguda, Peña del Cura, Charca Musia, Camino Llano, Ríos Verdes…

Varios barrios nacieron por iniciativas privadas o públicas y a ellas deben sus nombres: Obra Pía de Roco, Busquet, Casas de Cotallo, de la Berrocala, Afueras de Carrasco, Casas de don Emeterio, barrio de Llopis Iborra, barrio de Pinilla, Aldea Moret.

                                                          Obispo Manuel Llopis Iborra

La simplicidad del nombre priva en Cáceres y para qué nos vamos a molestar: si se hace un barrio de 300 viviendas, Las Trescientas, si es de 232, las Doscientas treinta y dos, si está lejos y en ese momento hay guerra, Las Malvinas, si están pintadas de blanco y en la ladera de una montaña, La Paloma, si están alrededor de la estación, pues barriada de la Estación. Que las hace Pinilla, pues barrio de Pinilla, y si son baratas, Casas Baratas.

Es curioso pero hay zonas de la ciudad que han sumado nombres de una manera increíble como el de Llopis Iborra que ha tenido también los nombres de: Dehesa de los Caballos, Casas de Don Emeterio, Missisipi, Maltravieso, El Carneril, el Espíritu Santo (simplificado El espirí) todas ellas con explicación popular.

 

 

 

 

 

 

 

El agua ha jugado un papel muy importante en nuestra historia: Charca Musia, lavaderos de Beltrán, La Madrila, Fuente Concejo, Fuente Rocha, Aguas Vivas, Puente Vadillo, Vegas del Mocho y un largo etcétera. Modernamente los nombres se escogen por diversos medios: Los Fratres o Moctezuma en recuerdo del pasado histórico, La Mejostilla, Los Castellanos, El Olivar de los Frailes, La Cañada, La Sierrilla o Casa Plata, por denominaciones de las fincas en las que se asientan. Otros nombres son más prosaicos, como R-66 por el sector del plano o Eroski, que no hace falta explicar. A veces la nostalgia te trae Nuevo Cáceres, evocando aquel Barrio Nuevo del Siglo XV.

No hay que olvidar los otros barrios: Valdesalor, Rincón de Ballesteros o Estación de Arroyo-Malpartida. Barrios de Cáceres que nacen en la actualidad con nombres como Montesol, Proexsa, Macondo, Urvicasa, Universidad, la Sierrilla, Ceres Golf, El Vivero recogiendo nombres promocionales, denominaciones geográficas, actividades, un poco de todo, pero en todos los casos sumando pliegues a la piel de nuestra ciudad siempre vieja y siempre nueva.

Plaza de Garrovillas de Alconétar (Cáceres)

El viajero se siente asombrado cuando entra por primera vez en la plaza de Garrovillas, es una plaza grandiosa. Es el prototipo de la arquitectura rural de la edad media.

Está dentro de las doce mejores plazas de España. No sin razón ha sido utilizada como escenario natural en más un película cinematográfica. Aconsejamos su visita de la estamos seguros quedaran encantados.

Esta plaza, declarada Monumento Histórico-artístico por la Junta de Extremadura, es un espacio abierto de más de 4000 m2 de planta irregular, que servía de enlace o unión entre dos núcleos urbanos, el de la parroquia de S. Pedro y el de la parroquia de Sta. María. Cinco calles dan a la plaza, algunas de ellas todavía jalonadas a la entrada en la plaza por un arco ojival, en los que antiguamente se instalaban los portones para cerrar la plaza y usarla como coso taurino.

Las corridas de toros eran un regalo que hacían los señores de la villa, los condes de Alba de Listes, a los súbditos, por pagar los diezmos. Hoy día todavía se utiliza la plaza  para ese festejo.

Los soportales de la plaza están apoyados en columnas de granito y arcos de medio punto construidos en ladrillo. En la planta superior, una galería de ventanales, también formados por columnas y arcos. Desde el terremoto que se sufrió en 1755 la plaza es una arquería en difícil equilibrio.

Algunas de las casas de la plaza son del S. XV, de trazado gótico y con influencia mudéjar, pero la mayoría son de los S. XVI y XVII. Son admirables las chimeneas, hay una monumental de dos cuerpos.
En la plaza encontramos el poste del cabildo, lugar en que antiguamente se reunían los clérigos de las muchas capellanías, vicariatos y cofradías.

A la derecha del poste del cabildo, una preciosa casa gótica, con un doble ventanal rematado por un escudo heráldico de los Perero.

Y uno de los edificios más significativos que dan a la plaza es el Palacio de los Condes de Alba de Liste, antiguos señores de la villa. Hoy en día este palacio es una Hospedería de lujo que merece la pena visitar u hospedarse en ella. Garrovillas contó con afamadas ferias, y este Plaza sirvió para acogerlas, en ella se veían traficantes, arrieros y mercaderes con productos como el cacao, el cuero, el añil, la grana, etc.

Garrovillas era una villa floreciente, contaba por aquel entonces con diez tenerías en las que se curtía el cuero, y veintiséis telares dedicados a tejer lienzo casero.

Como veis la Plaza era tan grande como su floreciente villa, y nos da muestra de lo que fue en otros tiempos la vida cotidiana de sus habitantes.

Presenciar las fiestas taurinas desde los balcones que daban a la plaza era muestra de status social, de señorío. Tanto era así que algunos propietarios vendían las casas pero no transmitían los derechos de vistas, se lo reservaban para ellos e incluso para sus herederos. En la zona este de la plaza se situaban las posadas.

Pero no sólo fiestas taurinas era lo que se veía en la plaza, también representaciones teatrales. A propósito de teatro, debemos mencionar otra joya con la que cuenta Garrovillas: El Corral de Comedias, una preciosidad del estilo típico del Siglo de Oro español, y diferente a los demás corrales por tener un tercer nivel o piso para ver las representaciones.
Afortunadamente este edificio se rehabilitó para su reutilización como escenario teatral, inaugurándose en 1991.