Castillo de Floripes o Rocafrida

Situación
El castillo de Floripes se encuentra sumergido bajo las aguas del embalse de Alcántara desde 1969, en el término municipal de Garrovillas de Alconétar, provincia de Cáceres.

Historia
Fue construido en el siglo XV, hacia el año 1468.

Descripción
Dentro de las aguas del Embalse de Alcántara II se encuentra el castillo de Floripes, o Rocafrida, según documento de Juan II. Sobresale la parte superior de la torre del homenaje, y en años especialmente secos se puede observar la cerca almenada. Su construcción es gótica, aunque procede de una probable turris del Turmulus romano, luego reconstruida por árabes y cristianos. Sirvió de localización de leyendas cantadas en romances y referidas indirectamente por Cervantes en dos pasajes del Quijote.

Estado de conservación
Se encuentra en estado de ruina progresiva.

Visitas
El acceso es libre cuando lo permite el nivel de las aguas.

Protección
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

La leyenda de Floripes

Era señor del castillo el famoso Fierabrás, rey de Alejandría, que disputaba a Carlomagno el imperio del mundo. Llevaba en su compañía el soberbio agareno a su hermana Floripes, bellísima princesa, tan andariega como apasionada, de la que estaba perdidamente enamorado el rey, su hermano, lo que no era cosa del otro jueves, tratándose de sectarios de Mahoma. Mas en ella no hacían mella los fraternales galanteos, porque a su vez estaba loca de amor por uno de los paladines de más renombre en el mundo caballeresco, súbdito y pariente del soberano francés, llamado Guido de Borgoña, a quien había admirado en batallas y torneos, el cual correspondía a la pasión de la encantadora princesa.

Ocurrió que en una sangrienta acción, cayó Guido herido y prisionero del muslim, a la vez que otros caballeros cristianos, a los que retuvo consigo; pero percatado de la inteligencia erótica entre aquél y su hermana, y ardiendo en rabiosos celos, los relegó a todos al castillo del Puente de Mantible, edificado por un famoso mago, con el propósito de que consumiesen su vida, sobre todo el borgoñón, en la más oscura de sus mazmorras.

Era alcaide del castillo un morazo fiel a su persona más que un lebrel, llamado Brutamonte, al que encomendó con especiales prevenciones la custodia de su rival. Pero husmea Floripes el paradero de su amado, sin cuya vista no concibe la existencia, y seguida de tres de sus camaristas, se ausenta de los reales de su hermano, hacia la cárcel del de Borgoña. Llegan cerca de la torre en una noche sombría, y alumbradas por teas, que ellas mismas empuñan, y dejándose en las breñas de la loma encajes y brocados, suben hasta la fortaleza.

Brutamonte dales el «¡quién vive!» Ellas le responden. ¡Son mujeres!… Baja la poterna, y reconoce a la hermana de su amo y señor. ¿Cómo negarle hospitalidad? Pero la dama, con más enjundia y resolución que fueran de esperar, saca instantáneamente un puñal y lo hunde en el corazón del alcaide, que muere en el instante. Apodérase de las llaves, abre candados y cerrojos, y por una escala que arroja por la boca de la mina, ganan la salida de aquel antro el intrépido Oliveros, el infante Guarinos, Ricarte de Normandía y Guido de Borgoña, a los que Floripes invita a tomar armas y caballos, temerosa de que su hermano venga y los inmole.

Y vino en efecto, sospechando el embebido de la escapatoria de la aventurera dama, y comprendió que ella había sido la matadora de Brutamonte, al reconocer el puñal que permanecía incrustado en la herida de éste… y cuando se enteró de que Floripes permanecía dentro, dueña del castillo, con los cuatro caballeros, se mesó las barbas de desesperación, y juró hacer en ellos ejemplar castigo, poniendo sitio a la inexpugnable torre, que cuando no por otro medio, se rendiría por hambre.

Los sitiados, que llegaron a estar famélicos, convinieron en la necesidad de salir de aquella situación y dar cuenta a Carlomagno, del trance en que sus mejores paladines se encontraban, y por suerte correspondió salvar el campamento musulmán y dar cuenta al emperador de todo, a Guido, que salió de la torre por una puerta secreta.

¿Salvó los reales de Fierabrás? ¿Llegó sano y salvo a la corte del francés? ¿Fue hecho prisionero y pereció a manos del rey de Alejandría?…

Cada una de estas preguntas, era una espina clavada en el corazón de la agarena beldad. Pero el éxito coronó sus deseos. Carlos vino con sus huestes, venció a la morisma, cogió prisionero y mal herido a su monarca; rescató a sus sitiados vasallos, al par que a Floripes, que entregó su blanca mano al apuesto Guido, y tutti contenti… tutti menos el cautivo Fierabrás, que murió desesperado.

Y esta historia, aunque no tan cabal, es repetida por las gentes de la comarca; habiendo quien ha visto alguna noche luces misteriosas en los desmoronados paredones de la torre y oído lamentos desgarradores que salían de sus concavidades. Indudablemente de ellos… de Brutamonte y de Fierabrás, cuyas almas vagan reclamando a Alá venganza de sus desventuras, entre las seculares ruinas; como hay también quien, al salir el sol el día de S. Juan, va al Hondo de Rochafría, a ver flotar sobre las aguas los barriles que el rey de Alejandría tiró al río desde el puente famoso, al considerarse vencido, en donde guardaba aquel bálsamo que todo lo sanaba, y que tanto soponcio deparó al buen Sancho Panza al tomarlo, como antídoto contra las contusiones que le ocasionaron los apaleamientos de los bellacos de la venta.

P. Hurtado: Supersticiones extremeñas. Anotaciones psico-fisiológicas. Huelva: [s.n.], 1989; págs. 74-77.

Roma en la península, El puente de Alcántara

El puente romano de Alcántara. Es uno de los puentes romanos más relevantes de los que quedan actualmente en todo el mundo y una de las obras de ingeniería más importantes d e la Hispania romana. Fue construido a principios del siglo II dC por el arquitecto romano Cayo Iulio Lacer para salvar el cauce del río Tajo.

Puente romano de Alcántara sobre el río Tajo.

El nombre que tiene en la actualidad tiene su origen en el nombre que le dieron los árabes: al-Qantarat, que precisamente significaba ‘el Puente’, dando idea de la admiración que expresaron ante la obra levantada muchos siglos atrás.

El Puente de Alcántara fue construido entre los años 105 y 106 dC por el arquitecto romano Cayo Iulio Lacer. Se levantó con el objetivo de facilitar la comunicación entre Norba (la actual Cáceres) y Conimbriga (la localidad portuguesa de Condeixa-a-Velha) Tiene una longitud de 214 metros sobre el Tajo. Está apoyado sobre cinco pilares de diferentes alturas que se adaptan al terreno. Los dos arcos centrales tienen una anchura de casi 30 metros y la altura es también impresionante, unos 48 metros en sus arcos centrales. Parece a simple vista un puente desproporcionado para el caudal normal, para las características orográficas del terreno…; pero su diseño no es ningún capricho. Tiene las dimensiones necesarias para permitir el paso de agua durante las crecidas del río Tajo .

Puente de Alcántara. A la izquierda se aprecia la Torre del Oro.

En el centro del puente, sobre el pilar central, se eleva un Arco de Triunfo de unos 13 metros de altura. Aunque ha sido modificado en varias ocasiones a lo largo de la historia, conserva algunas inscripciones, como la fecha de construcción y una dedicatoria al emperador Trajano.

Arco del Triunfo del Puente de Alcántara.

La altura total del puente es de 57 metros, sin contar el arco superior. La calzada tiene una anchura de unos 8 metros y en la actualidad el puente sigue abierto al tráfico. El primer y segundo arco (los más próximos a la ciudad de Alcántara) han sido destruidos en varias ocasiones como recurso defensivo para evitar el paso de las tropas atacantes: a principios del siglo XIII, durante la época de la Reconquista, a mediados del siglo XVII en la Guerra de Restauración entre Portugal y España, y a principios del siglo XIX durante la Guerra de la Independencia.

Litografía de Serra-Casals a mediados del siglo XIX.

La última reconstrucción importante se llevó a cabo a mediados del siglo XIX, durante el reinado de Isabel II. Y posteriormente, en 1969, cuando las obras del Embalse de Alcántara dejaron temporalmente seco el cauce del Tajo a la altura del puente, se procedió a la consolidación de los cimientos de los pilares centrales. En uno de los extremos del puente s e sitúa un templete romano en cuyo dintel se puede leer una inscripción con el nombre del arquitecto, Cayo Julio Lacer, y la leyenda: que durará tanto cuanto el mundo durare. Templete romano en el Puente de Alcántara. En el otro extremo está la llamada Torre del Oro, una torre defensiva construida en el siglo XVIII que formaba parte del conjunto defensivo de Alcántara.

Torre defensiva (Torre del Oro) en el extremo del Puente de Alcántara.

La ciudad de Alcántara surgió mucho después de la construcción del puente, en época visigoda. Más tarde, los árabes la llamaron Kantara As-Saif, el Puente de la Espada. No se sabe a ciencia cierta el motivo de este nombre, pero existen varias leyendas que hacen referencia a este hecho. Algunas cuentan que hay una espada de oro enterrada en el puente. Otra dice que la espada del rey godo Rodrigo permanecía colgada del arco más alto del puente.

Curso de fotografía en Cáceres

LA SALA Croma de la ciudad ha programado un curso de fotografía intensivo que tendrá una duración de dos meses y será impartido, a partir del próximo 27 de febrero, lunes, por el fotógrafo, artista y profesor griego, residente en Cáceres, Yorgos Karailias. Los interesados podrán formalizar sus inscripciones hasta el viernes día 24 de febrero.

Exposición: Tiempo de nieve en la Diputación de Badajoz

El autor con una de sus obras

La muestra paisajística del pintor pacense puede visitarse en la Diputación de Badajoz hasta el próximo 28 de enero

A Ismael Barraso Franco (Valencia del Ventoso, Badajoz, 1986)  le asombran e influyen desde maestros del impresionismo como Monet y Sorolla a los contemporáneos Guillermo Sedano y Santiago Ydánez, paisajistas de referencia y motivación para este joven pintor extremeño que inauguró ayer en la sala “Vaquero Poblador” de la Diputación Provincial su primera exposición individual de título  y atmósfera invernal, “Tiempo de nieve”.  Licenciado por la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, Barraso se define apasionado del paisaje, pero sobre todo de la  pintura, a su entender una forma de vivir, “porque el arte es algo que hay que sentirlo y la pintura es un modo de expresión, una manera de mostrar todo que llevo dentro”.

Hasta la capital pacense se desplazaron familiares, amigos, compañeros y vecinos, incluído el alcalde valenciano, para compartir el momento, la apertura de una muestra compuesta por 17 cuadros realizados en acrílico sobre lienzo y madera con un común denominador: la nieve y los paisajes nevados. Con la muestra de Barraso se abre la nueva temporada de exposiciones en la Diputación pacense, “la primera que inauguramos este año y que sigue la misma línea que la que nos precedió, los retratos paisajísticos de Francisco Murillo, pues se trata en ambos casos de pintores emergentes”, recordó la conservadora del Museo Provincial de Bellas Artes y coordinadora de la sala, Lourdes Román.

La exposición se compone de dos bloques temáticos, el primero centrado en perspectivas más amplias y horizontes lejanos, y una segunda caracterizada por formatos más pequeños y primeros planos que Román describió como “pintura muy expresiva y vibrante cargada de mucha materia” donde predomina el gesto directo y expresivo, el gusto por la pincelada flexible y rotunda, y un trazo que ofrece una sensación de pintura desflecada y vibrante.

El propio Ismael indica que en la serie la gama de colores tiende hacia los grises, los verdes y azules mezclados casi siempre con blancos para obtener tonalidades homogéneas y a la vez atmosféricas. “En cuanto a la factura -añade el pintor- trato los cuadros con una pincelada suelta, en algunos casos sintética y en otros más analítica”.

Lo de atreverse con paisajes nevados viene motivado por la luz, la atmósfera, la calma y la serenidad que la nieve aporta el paisaje, ya que “todo queda envuelto en un manto blanco que destila silencio”. El sosiego no impide que en las diferentes pinturas se sucedan variantes, en algunas con la aparición de casas y máquinas quitanieves, y en otras sustentando la panorámica con bosques, montañas o lagos. Dice Ismael que de ese modo “centro mi mirada más que en el paisaje en sí, en la poética del paisaje natural, sin elementos intervinientes”.

Con la lectura de un poema de Kavafis, el alcalde de Valencia del Ventoso quiso desear a su paisano un próspero camino artístico, no si antes resumir las aportaciones de Barraso al patrimonio y el periodismo de su pueblo, como la restauración de las pinturas de la cúpula del altar mayor de la iglesia parroquial, la   realización del motivo para el nuevo retablo de la ermita de la Virgen del Valle, los primeros premios obtenidos en concursos de fotografía y cartelería, amén del diseño del anagrama para el periódico local, una rosa de los vientos.

A pesar de su juventud, 25 años, licenciado en 2009, Ismael Barraso posee un máster de profesorado de educación secundaria en la especialidad de plástica y música. Ganador de una beca en paisaje en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, Segovia, atesora varios premios y menciones de honor. Destacan las 9 exposiciones colectivas en las que ha participado hasta el momento así como las obras de su autoría pertenecientes a las colecciones del Centro Sociocultural García de la Huerta de Zafra y de la Academia de San Quirce citada anteriormente.

La muestra “Tiempo de nieve” de Ismael Barraso Franco permanecerá abierta al público hasta el próximo día 28 con el siguiente horario: de lunes a viernes, de 10 a 14 y de 17:30 a 20:30 horas. Los sábados solo es visitable en horario de mañanas.